La película esta se desarrolla en una megalópolis del “futuro” probablemente en aquel entonces pensando en el siglo XXI donde los obreros viven en una ciudad subterránea donde se encuentra el corazón industrial con la prohibición de salir al mundo exterior, donde solo personas con poder económico podían disfrutar del arduo trabajo de estos obreros, estas personas formaban el otro grupo social los Capitalistas, encabezados por un hombre llamado Fredersen, estos viven en la superficie, y tienen todos los lujos y comodidades a su alcance.
Una mujer llamada María está preocupada y defiende la causa de los trabajadores. Pero en lugar de incitar a una revuelta, trata de convencer a los trabajadores a buscar una salida pacífica y tener paciencia, esperando la llegada del Mediador, que unirá ambas mitades de la sociedad.
Ahora, también Metrópolis plantea la confrontación entre clases sociales a través de una crítica al capitalismo y a sus consecuencias alienantes. La situación que se plantea, llevada a los extremos, será repetida posteriormente hasta la saciedad por el cine de ciencia-ficción con tintes políticos.
Otro gran tema que trata el film es la amenaza que puede suponer la tecnología en un futuro utópico. En ese futuro utópico las máquinas están al servicio del ser humano, pero al mismo tiempo, los humanos son esclavos de las máquinas y trabajan para ellas. Para mí el subsuelo en la película es un símbolo del infierno, como una cárcel, llena de peligrosos artefactos, en la que el propio Freder se ve atrapado. Sin embargo, la aparente armonía se rompe cuando las máquinas se rebelan contra aquellos que las crearon y tratan de buscar su perdición. Cuando el científico construye el androide Futura, dotándole de inteligencia artificial, en realidad está jugando a ser Dios. Como resultado de este soberbio e imprudente acto la tecnología toma conciencia de sí misma y pretende destruir a sus competidores humanos. El mensaje que lanza en este sentido tiene unas implicaciones éticas muy claras: hay que tener cuidado con el desarrollo tecnológico.
No cuesta demasiado comprender el porqué del mensaje si se atiende al contexto histórico. Estamos en 1920 aproximadamente, en el período de entreguerras, la sociedad occidental ha perdido la fe en sí misma y en el desarrollo tecnológico.
Metropolis trata además de forma paralela y ambigua el tema religioso. No hay planteamientos claros, pero María ejerce la función de profeta y Freder la del elegido, una especie del Mesías libertador. Finalmente la profecía parece cumplirse, por lo que el Destino o la Providencia se muestran como un camino inexorable del que no se puede escapar. Pero en METRÓPOLIS el destino sigue extraños y enrevesados caminos, no comprensibles al entendimiento humano. Parece que, para que una nueva ciudad más justa y libre pudiera ser levantada, era necesario arrasar los cimientos de la antigua ciudad.
Por lo tanto para mi esta película METRÓPOLIS es, en una película de culto no porque sea una película vieja rodada hace años, sino porque su estética y las ideas que explora van a marcar de forma definitiva la estética de todo el género de ciencia-ficción. Aunque METRÓPOLIS, como ya lo he mencionado, no es simplemente una película de ciencia-ficción, ya que trata importantes cuestiones sociales, arquitectónicas, éticas y tecnológicas, que si bien no se resuelven convincentemente, tienen el indudable mérito de ser planteadas utópicamente.
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