La metonimia (griego: μετ-ονομαζειν met-onomazein [metonomadz͡ein], nombrar allende, es decir, dar o poner un nuevo nombre), o transnominación, es un fenómeno de cambio semántico por el cual se designa una cosa o idea con el nombre de otra, sirviéndose de alguna relación semántica existente entre ambas.
Son casos frecuentes las relaciones semánticas del tipo causa-efecto, de sucesión o de tiempo o de todoparte.
La metonimia es una figura retórica que consiste en transferir el significado de una palabra o frase a otra palabra o frase que significa otra cosa, en virtud de que entre ellas hay una relación de contigüidad o cercanía lógica o semántica, es decir, de significado. O sea, que aunque se trate de dos palabras o frases con significados distintos, entre estos existe un tipo de relación que posibilita la transferencia. Cuando decimos «tu teléfono» por «tu número de teléfono» transferimos a la palabra «teléfono» el significado de «número de teléfono», y ello es posible porque, en este caso específico, hay una relación de cercanía lógica entre el sustantivo «teléfono» y su correspondiente «número», relación que permite transferir el significado de un vocablo al otro. Esto es tan evidente, que si alguien nos dice «Dame tu teléfono», jamás entenderemos que nos pide que le digamos, por ejemplo, cuál es la marca de nuestro aparato telefónico o el nombre de la compañía que nos presta el servicio.
Aunque es una figura retórica, muy útil en la poesía, la metonimia es de uso común y corriente en el lenguaje habitual, sea culto o popular. Lo que pasa es que casi siempre la gente emplea sin saberlo o sin darse cuenta.
El tipo de relación que debe existir entre los términos metonímicos es muy variado. Los siguientes son algunos de las más frecuentes:
1) Se toma la «causa» por el «efecto»: «Las plantas buscan el sol», en lugar de «Las plantas buscan la luz solar». El significado de «luz solar» se transfiere a «sol», que es su causa.
2) El efecto por la causa: «Murió de un paro cardíaco». Se sobrentiende que el «paro cardíaco» fue el «efecto» de una enfermedad o lesión grave, la verdadera «causa» de la muerte.
3) La materia por el objeto que está hecho de ella: «En el concierto de anoche sobresalieron los metales», en lugar de «los instrumentos de metal».
4) El objeto por la materia de que está hecho: «Los muebles están carcomidos», en lugar de «la madera de los muebles».
5) El continente por el contenido: «Regáleme un vaso de agua», en vez de «Regáleme un poco de agua» (cuando pedimos «un vaso de agua», no pedimos «el vaso», sino «el agua contenida en el vaso»).
6) El contenido por el continente: «el alacrán le clavó la ponzoña», en vez de «el alacrán le clavó el aguijón». Lo importante no es que le hayan «clavado el aguijón» (continente), sino que le hayan inoculado «la ponzoña» (contenido), lo cual hace el alacrán a través del «aguijón».
7) Lo abstracto por lo concreto: «La belleza venezolana es famosa en el mundo», en lugar de «La belleza de la mujer venezolana...». La «belleza» es algo abstracto, lo concreto es la «mujer bella».
8) Lo concreto por lo abstracto: «Ese muchacho tiene muy buena cabeza», en lugar de «...tiene inteligencia y sensatez». «Inteligencia» y «sensatez» son objetos abstractos: «cabeza» es un objeto concreto.
9) El instrumento por la persona que lo utiliza: «El es muy buen volante», en lugar de «Maneja muy bien el automóvil».
10) El autor por la obra: «En mi casa tengo un Reverón», en vez de «un cuadro de Reverón».
11) El lugar de procedencia de un objeto, por éste: «Prefiero un Rioja tinto», en lugar de «un vino tinto de Rioja».
Mucha gente no entiende el mecanismo de la metonimia, a pesar de que con frecuencia la usan sin saberlo, porque creen que el idioma es un sistema cerrado, mecánico, rígido, cuando es lo contrario, un sistema sumamente vivaz, dinámico y eminentemente creador. Todas las personas, o casi todas, tratan siempre, a veces inconscientemente, pero con toda validez, de decir las cosas de manera distinta de lo acostumbrado y rutinario, y eso hace que el idioma se desarrolle y enriquezca su eficacia expresiva y comunicativa. La metonimia, lo mismo que la metáfora y todas las demás figuras retóricas, son recursos de gran importancia de ese impulso creador, y ayudan enormemente a darle expresividad y belleza al lenguaje.
Gracias Estefanía, tu apunte, tan práctico, me ha sido muy útil. No obstante, hay una metonimia que no veo clara: cuando pedimos un vaso de agua no creo que estemos utilizando la metonimia, ya que en realidad sí que pedimos un vaso (en vez de una botella o una jarra, por ejemplo) con el objetivo, eso sí, de bebernos el contenido. Sí que habría metonimia, en cambio, si dijéramos "Bébete un vaso de agua", porque lo que nos bebemos es el contenido y no el contenedor.
ResponderEliminarcallate
ResponderEliminar