Umberto Eco plantea que cualquier texto consta de dos componentes: la información que proporciona el autor y la que añade el Lector Modelo. Un texto sólo resulta ganador y "bien hecho" en la medida en que funciona como una máquina que apunta a crearle dificultades al lector.
Para mostrar la aplicación de cómo se lee un metatexto, Eco hace un ejercicio de interpretación a un texto de Alphonse Allais: Un drama bien parisiense. Allais incita al lector a rellenar el texto con informaciones que contradicen a la fábula y lo obliga a cooperar en la construcción de una historia que no sostiene.
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